jueves, 14 de julio de 2011

Bruno y su orquesta

En esta escuela los jóvenes no sólo aprenden a tocar un instrumento musical. Aprenden a confiar en ellos, a retar a los sistemas tradicionales y a juzgarse por sus capacidades, no por sus apariencias.
Críticas para crecer
Bruno Campo es el director del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Guatemala. Hay quienes le cuestionan la rapidez con la que los niños inexpertos cogen un instrumento sin tomar las tradicionales y eternas clases de solfeo.
También le han criticado el proselitismo que puede hacer la Municipalidad con las orquestas. “Este proyecto es real, es sincero y ha funcionado en otros países, no nos estamos inventando nada”, defiende el joven. “Si detrás de la orquesta hay una imagen municipal, pues qué bueno que hubo una autoridad que apoyara esto”, exclama.


Sin embargo, el proyecto debe crecer, salir del municipio y expandirse a todo el país, opina su propulsor. Desde el año pasado existe una Comisión para el Sistema de Orquestas. Sus miembros trabajan ad honórem y le procuran fondos a “El Sistema” guatemalteco a través de conciertos como el del Teatro Nacional, patrocinadores y padrinos.

Alejandro Torún, bajista, tocador de rock y blues y director financiero de una empresa privada, es quien preside este grupo de amigos. “Estamos convencidos de que la música puede hacer grandes cambios en una sociedad y cambiar la vida de los individuos y sus familias”, opina. Las miras de la comisión son hacer crecer a “El Sistema” a nivel nacional y que la escuela de música llegue a los municipios más apartados. Actualmente la Municipalidad costea el funcionamiento de la escuela, algunos organismos internacionales han donado instrumentos y la comisión sufraga algunos gastos para enviar a alumnos prometedores a especializarse en el extranjero.

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